Luis Armando Vargas Torres.
Se avecina el cambio de Gobernador, Presidentes Municipales y Diputados Locales, ya anda acelerada la clase política con los vividores del presupuesto, llámense funcionarios, contratistas, malillas, líderes de estructuras partidistas, publicistas, editores y periodistas.
Sin olvidar a la clase social responsable de la desgracia de nuestra democracia, los beneficiarios de los programas sociales ( Sedesol, Oportunidades, Sin Hambre) que venden su voto al mejor postor o gobernante en turno, con sus honrosas excepciones.
Sin embargo hay una pléyade de políticos repudiados por el voto popular que se anotan, otros que no fueron votados y han gozado de cargos plurinominales con buen o mediano desempeño, pero…
Los que ya ocuparon responsabilidades como presidentes municipales, diputación, senaduría, o algún cargo de responsabilidad con desempeño gris o mediocre y quieren ser gobernadores de Tamaulipas, independientemente del Partido Político.
La clase política considera una profesión ser político, sin embargo para los griegos en su acepción más limpia es la actividad humana que tiende a dirigir la acción del Estado en beneficio de la sociedad. Pero sociólogos como Maurice Duverger la define; como la lucha de individuos o grupos para conquistar el poder para usarlo en su provecho.
Desgraciadamente querido lector la política en México se aplica como en la última definición, la sociedad en su conjunto no importa, es un botín de grupos peleando el poder para su beneficio.
Porque para beneficiar a la sociedad se requiere conocimiento del entorno, de economía, de emoción social, pero lo más importante querer a su terruño, contar con palabra, dominar la oratoria, un léxico adaptable a las circunstancias, pero sobre todo usar la empatía, ejerciendo el poder sin que le tiemblen las corvas.
La pregunta es ¿quién de los que se anotan tiene estas características? Muchos no pasan esta radiografía, han sido presidentes municipales, diputados o senadores sin haber sobresalido en sus acciones, se salva uno que otro que por ahí se aventó a resolver un conflicto de seguridad nacional, economista por cierto.
Anda otro que fue magistrado, conocedor de leyes, aún no sale de su encargo la pregunta es ¿su Ciudad está mejor que el resto de Tamaulipas? ¿Cambió en algo el sistema judicial en su Presidencia? Otro, que su mérito es haber estado cercano al Tlatoani en turno pero que apenas conoció su terruño.
Para los jóvenes déjenme decirles que si hemos contado con gobernantes inolvidables por su reciedumbre para gobernar, de palabra y con idea de las necesidades de Tamaulipas, hicieron cambios diferentes al resto de los Estados.
Enrique Cárdenas González con su programa “Revolución Verde” convirtió el Estado en el granero de México, se hizo infraestructura urbana de la que hoy gozamos como el complejo Gubernamental de la Torre de Cristal, Emilio Martínez Manautou fue otro, el gobernador Caballero Américo Villarreal.
Por ahí hemos tenido desde payasos, locochones, ilusos, hasta el actual Egidio Torre Cantú hombre capaz que le tocó bailar con la más fea, la Guerra contra la inseguridad, le ha distraído recursos bastos, dejándole poco margen de maniobra para construir pero que le regreso la sobriedad perdida al poder.